Hace mucho me topé con dos sugerencias distintas para utilizar en mi culto matutino diario. Era mi necesidad que el método o la forma que elija pudiera adaptarse a todo tipo de textos porque reflexionaba en la Palabra de Dios siguiendo el plan llamado Reavivados por su Palabra, que estudia un capítulo diario junto a otros creyentes a nivel mundial.
Las 4 preguntas
La idea es que después de leer el capítulo/texto bíblico respondas estas cuatro preguntas:
- ¿Cuál es el tema? Busca que generes una descripción de lo que leíste.
- ¿Qué quiere decir? Acá podés escribir sobre el significado o el mensaje que Dios dio mediante el/la profeta.
- ¿Qué aprendí? Ubicate en el plano personal, escribí lo que sea nuevo a nivel informativo y de reflexión.
- ¿Qué puedo hacer? Llevá a la práctica lo leído. Anotá cosas a corto y largo plazo.
Dejo como ejemplo mis respuestas para el Salmo 115:
Dios quiere que...
En este método se continúan cuatro frases distintas:
- Dios quiere que yo sepa...
- Dios quiere que yo sienta...
- Dios quiere que yo haga...
- Mi oración a Dios es...
Nuevamente dejo el ejemplo de cómo lo realicé, esta vez con el texto que se encuentra en Juan 3:1-7:
Me gustan mucho ambas formas, porque puede realizarlas cualquier creyente sin importan cuánto conocimiento teológico tenga y porque pueden utilizarse textos cortos como largos, según el tiempo del que dispongamos.
ES HORA DE REFLEXIONAR EN LA BIBLIA
Elegí una de estas dos técnicas de reflexión y aplicala con uno de estos cuatro textos:
- José en Egipto: Génesis 41:37-57.
- David escuchando al profeta de Dios: 2 Samuel 7:8-17.
- Prédica de Jesús: Lucas 12:13-35.
- Vida nueva del creyente: Efesios 4:17-32.
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Dios te bendiga!
